Cuando van a cumplirse tres años desde el inicio de la pandemia mundial de Covid-19, la Organización Internacional del Trabajo ha estudiado los efectos de la crisis sobre el trabajo y las economías para concluir que las medidas adoptadas por la inmensa mayoría de los países para mantener el empleo y darle continuidad a la actividad deberían conservarse, ya que son beneficiosos para la economía.
Así lo concluye en su informe publicado el pasado viernes donde dice que “la reducción de las horas de trabajo y la organización más flexible del tiempo de trabajo, pueden beneficiar a las economías, empresas y trabajadores. Además sientan las bases para un mejor equilibrio entre la vida privada y el trabajo”.
En definitiva, la OIT cree que las autoridades deberían apostar por el teletrabajo como por la reducción de horarios soportados con políticas públicas, como mecanismos de mejora de la productividad.
Estas recomendaciones se basaron en el análisis del número de horas trabajadas y la organización de los tiempos de trabajo, sus efectos en el rendimiento de las empresas y en cómo se ajusta la vida privada y laboral.
Una de las principales conclusiones es que “las jornadas de trabajo más largas, por lo general, están asociadas con una productividad inferior, mientras que un horario más reducido está relacionado a una mayor productividad”.
En este contexto, se cree que en esta apuesta por la reducción horaria se debe incluir el empleo a tiempo parcial con las mayores prestaciones posibles, y no solo como mantención de empleo ante la crisis, sino también como mantenimiento del poder adquisitivo.
Para concluir, el informe asegura tener evidencias que demuestran que las políticas de conciliaciones proporcionan importantes beneficios a las empresas y a los empleados.